sábado, 12 de marzo de 2011

El Cid cabalgó en los Torozos














Torrelobatón conmemora los 50 años del rodaje de la película protagonizada por Charlton Heston. LAURA NEGRO LUENGO


En marzo de 1961, Torrelobatón, se convirtió durante unos días en plató de Hollywood. Cámaras, grúas, camiones, decorados y vestuario transformaron la villa de los Comuneros de Castilla en Vivar, el pueblo natal de uno de los héroes nacionales: el Cid Campeador.
En estos días se cumplen los 50 años del rodaje de 'El Cid', una superproducción que hizo que Torrelobatón fuera conocido dentro y fuera de nuestras fronteras. Pero inicialmente, la película tenía unas pretensiones más modestas y limitadas. La idea original surgió del director español Rafael Gil, quien contaba con un guión de Vicente Escribá y con Francisco Rabal para el papel protagonista. Finalmente, el productor norteamericano Samuel Bronston compró los derechos de la película y dio forma a un ambicioso proyecto con carácter de superproducción internacional, dirigido por Anthony Mann, y con nuevo guión de Philip Yordan.
El rodaje duró más de 100 días, incluyendo los desplazamientos entre los diferentes escenarios elegidos: Peñíscola, Ampudia, Colmenar Viejo, Belmonte&hellip, y por supuesto, Torrelobatón, donde el rodaje duró tres días, en los que hubo un amplísimo despliegue de medios. El presupuesto sobrepasó los 420 millones de pesetas. 30 millones de ellos para las armas de los actores de los cinco ejércitos (tres cristianos y dos sarracenos).
EL NORTE DE CASTILLA hizo un seguimiento especial, para el que contó con el cronista Antonio Hernández Higuera, que recogió todo lo que aconteció durante los días previos y en el rodaje en unas impecables crónicas. En la primera visita que hizo Hernández Higuera estuvo acompañado por Félix Sarmentero, profesor de Torrelobatón, que hizo que su alumno Juan Manuel Gordoncillo, de 9 años, los acompañara hasta el set de rodaje, para entrevistarse con el jefe de producción. Hoy, Juan Manuel tiene 60 años y recuerda aquel momento con cariño: «El profesor me hizo acompañar al grupo de periodistas a la era donde habían levantado el campamento. Se quedaron impresionados con el despliegue».
El reclutamiento de los extras fue una difícil tarea. Finalmente, fueron incluidos cerca de 600 figurantes, de los cuales, 180 hombres, 120 mujeres, 30 niñas y 26 niños eran de Torrelobatón y pueblos de los alrededores. Todos estaban impacientes porque llegara la fecha de inicio del rodaje: el 23 de marzo. En los días previos, la vida tranquila y sin ruidos del pueblo, vio su paz alterada por el considerable aumento del tráfico de coches y camiones. Uno de los vecinos de Torrelobatón, Luis Luengo, dueño de la antigua gasolinera y del taller de reparaciones, recuerda aquel mes de marzo, como días de duro trabajo. «Los surtidores de gasolina estaban muy concurridos, no solo por los visitantes, sino también los que estaban haciendo la película venían muy a menudo, ya que tenían un grupo electrógeno para producir luz en el campamento y consumía muchísimo gasoil, que en aquel entonces costaba a 2,75 pesetas».
El 22 de marzo, los actores, el director y otros miembros del equipo, llegaron a Valladolid procedentes de Ampudia. Según las crónicas de la época, en la cara de Charlton Heston, se percibía cierto gesto de cansancio. Como dato curioso, Hernández Higuera destacaba también otro de sus artículos, «Heston, al firmar el contrato, solicitó que la actriz encargada de encarnar a doña Jimena fuera tan hermosa y encantadora como pintaron a la mujer del Cid, historiadores y poetas. No hubo mucho que discutir; la elegida fue Sofía Loren, y por cierto, se acertó plenamente, pues su trabajo se ha desarrollado a satisfacción de productores y director». Como curiosidad, otra de las actrices que se barajaron para doña Jimena, fue Sara Montiel, esposa por aquel entonces del director Anthony Mann, pero que rechazó el papel.
Jueves Santo
La mañana del 23 de marzo, Jueves Santo para más señas, comenzó de madrugada, ya que el director, quería grabar algunas escenas al amanecer. La hora de levantarse eran las 5 de la mañana. Había que estar a punto para maquillarse, vestirse y tener todo listo para la salida del sol. El lugar elegido era el puente sobre el río Hornija, desde donde se divisa un majestuoso paisaje, con el castillo y la barbacana de fondo y a muy pocos metros de allí, la ermita del Cristo de las Angustias, patrono de la localidad. En ese mismo escenario 440 años antes, se desarrolló también una de las más interesantes páginas de la historia de Castilla: la salida de los Comuneros hacia Villalar.
La escena rodada en Torrelobatón, que tiene una duración de unos tres minutos, recoge el momento en que Rodrigo Díaz (Charlton Heston) solicita de su padre, don Diego (Michael Hordern), el perdón de los emires prisioneros en Vivar, mientras el pueblo entero insiste una y otra vez en que debía condenárseles a muerte, hasta que Rodrigo les convence de que este sacrificio es contraproducente para la paz. El emir Moutamin (Douglas Wilmer), le brinda amistad eterna, y por primera vez, suena la palabra 'CID' en boca de un sarraceno.
El director obligó a los extras a repetir la escena infinidad de veces, en ocasiones fue porque los extras lo hacían mal adrede y así alargar más el rodaje para que el sueldo fuera mayor. El torreño Esteban Lorenzo lo recuerda muy bien: «Los universitarios de Valladolid, que eran muy listos&hellip de vez en cuando dejaban ver un reloj o unas gafas, y claro&hellip había que repetir. Y encima, luego nos enteramos que les pagaban más que a nosotros. Además de universitarios, también vinieron soldados de la Academia de Caballería, con sus caballos».
Contaba Hernández Higuera, que como Anthony Mann no veía la suficiente energía y fuerza en los extras, se subió a su caballete y agitando enérgicamente sus brazos gritaba: «¡¡Así, debéis actuar!!».
La carretera, ya en aquella época estaba asfaltada, por ello, tuvieron que cubrirla de arena. El equipo de producción disponía de dos banderas, una de color blanco, que significaba paso libre y permitía a los extras circular libremente por el lugar acotado; y otra de color rojo que por el contrario, prohibía terminantemente que los figurantes se movieran de su sitio.
Los vecinos que actuaron como figurantes aseguran que el jornal estuvo muy bien pagado. El sueldo por un día era de 100 pesetas y un bocadillo de chorizo, recibido por los vecinos con cierto remilgo, ya que al estar en días de cuaresma, muchos se negaron a comerlo.
El vistoso atuendo que la productora prestó a los extras causó gran sensación entre los torreños, muchos de los cuales se resistieron a devolver el atrezzo, para poder utilizarlo en carnavales. Según Esteban Lorenzo, «Los trajes eran muy llamativos, y el maquillaje también. A mí me tocó hacer de moro, me untaron el pelo de negro, y me pintaron la cara con manchas rojas, que parecían sangre. Yo tenía que ir en un carro tirado con bueyes, y uno de mis compañeros de carro era el actor Emilio Laguna, que también participó como extra».
El ambiente era festivo. Faustina Bruña recuerda aquellos momentos con gran emoción, ya que su padre Doroteo fue uno de los extras, con un destacado papel: «Mi padre era el encargado de llevar una mula de la que colgaban unas alforjas. En ellas, había un cuchillo que Charlton Heston sacaba durante la escena para cortar la soga que amordazaba al moro. Él estaba muy contento con su cometido, porque además, su papel estaba mejor pagado que el del resto de los extras».
Durante los tres días que duró el rodaje en Torrelobatón, los actores principales se alojaron en un hotel de la capital, sin embargo, los actores de reparto pernoctaron en la localidad, en tiendas que se levantaron para tal efecto. Muchos vecinos incluso, ganaron un dinero extra alquilando habitaciones en sus casas a figurantes de Valladolid y curiosos que se acercaron a ver de cerca el rodaje. Éste es el caso de Geña Bueno, quien preparó su casa con mucho esmero para hospedar a visitantes: «Vino el alcalde y todo a ver la casa. Yo limpié hasta el último rincón e incluso enceré todos los suelos. El alcalde me felicitó por lo bien que la tenía. Preparé la mejor habitación y la cama de novia, que tenía un buen colchón de lana y una preciosa colcha. Mi marido, mis dos hijos y yo dormimos todos juntos en otra cama, dejando la buena para los huéspedes, pero al final, no vino nadie a dormir».
Saturnina Díez, es la torreña de mayor edad y a sus 94 años guarda un gran recuerdo: «Yo era modista, y alguien se lo debió de decir a los de la película, porque me trajeron telas de colores granate y mostaza para que les hiciera unos estandartes y banderas. Se portaron muy bien, porque me dieron hasta el hilo. Para mí es un orgullo que un trabajo mío se haya visto en una película tan importante».
El equipo de producción quedó muy satisfecho del trato recibido en el pueblo y de la gran colaboración del alcalde Teógenes Puerta, y su corporación, quienes dieron las mayores facilidades. Leonor Puerta, hija del entonces alcalde, recuerda: «Mi padre tuvo que hacer muchos trámites los días anteriores al rodaje y organizar todo. Una de las cosas de las que se encargó, fue de conseguir la era en la que se asentaron las carpas para el equipo y el vestuario. Para ello se tuvo que reunir con el dueño, Luis García, quien la cedió muy gustosamente».
A la hora de producir una película como 'El Cid', las principales preocupaciones suelen ser la búsqueda de los puntos de cada filmación y el camuflaje de aquellos elementos que pudieran chocar con el rigor histórico. En el caso de Torrelobatón, ese camuflaje no fue necesario, ya que el lugar elegido cumplía con los requisitos de la época.
Cuentan los vecinos que el viernes 24 de marzo, a las seis de la tarde, se dio por terminada la jornada. Sin embargo, a eso de las nueve de la noche, los potentes focos se volvieron a encender para sorpresa de los torreños. Quedaba por grabar la mejor escena, la final, cuando el Cid ya muerto y ataviado con su armadura, cabalga sobre Babieca y si dirige hacia el Valle del Hornija. Durante la grabación de esta escena, el silencio era sepulcral. «La escena final de la película, la grabaron en la carretera de la Mota. Tuvieron que acondicionarlo para que pareciera una playa y pusieron muchos focos, de tal manera, que el asfalto parecía el mar. Todo el mundo piensa al ver la película, que el Cid está en la playa de Valencia, pero no es así&hellip este paisaje es de Torrelobatón, donde el Cid ganó la batalla después de muerto», asegura orgulloso Segundo Garrote, quien también trabajó como extra con 15 años.
El día 25 de marzo, Charlton Heston, acompañado de su esposa y otras figuras relevantes del reparto, visitaron de nuevo el pueblo, ya como turistas, y se estuvieron fotografiando con algunos de los lugareños, especialmente con niños y ancianos, muchos de los cuales, se sienten orgullosos de formar parte del álbum familiar de una leyenda de Hollywood.
La película se estrenó el día 5 de diciembre en Londres y el 27 de diciembre de 1961 en el Cine Capitol de Madrid. La mayor parte de los torreños la vieron en el Calderón, y todos recuerdan las carcajadas que soltaron cuando vieron la escena en la que fueron protagonistas, y la consiguiente bronca del jefe de la sala del cine, quien no entendía la juerga que se traían los torreños.
Recreación de la grabación
En el año 2006, coincidiendo con los 45 años del rodaje, la Asociación Cultural el Castillo de Torrelobatón, grabó un documental con testimonios de los que participaron en la película y llevó a cabo una recreación de la escena que en su día se grabó en Torrelobatón. En esta recreación participaron prácticamente todos los vecinos. Los mayores ilusionados con revivir un momento muy importante y los pequeños, contentos por poder compartir un pedazo de la historia de sus mayores.
Los vecinos pasaron un buen rato gritando «Matadles, matadles», igual que en la escena original. El papel de Charlton Heston lo hizo Jesús González, quien recuerda aquel día con gran cariño: «Yo no había nacido cuando rodaron la película, pero fue un orgullo para mí representar al Cid y a Charlton Heston en la recreación. Fue algo inolvidable y que repetiría sin dudarlo». Otro de los protagonistas de la recreación fue el joven Jorge Hernández, que interpretó el mismo papel que hizo su abuelo Doroteo en la película, llevando la mula del Cid. «Fue algo increíble compartir ese momento con todos los vecinos del pueblo. Lo viví con mucha intensidad. Representar el papel que hace tantos años desempeñó mi abuelo, me resultó muy emocionante».

Nortecastilla.es (12-3-2011)

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